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Foto del escritorEddie Soltrén Roldán

¿Por qué los usuarios de pornografía compulsiva regresan a la conducta?

Por: Psicólogo Lcdo. Eddie A Soltrén Roldán, Mpsy, CSAT-Candidate



Hay preguntas que nos dejan pensando, pero otras duelen porque tocan la llaga del alma. Para quien mira de afuera el título es informativo, pero para quien está desde adentro, luchando, es la pregunta obligada luego del acto. “¿Por qué razón lo volví hacer?, ¿Por qué no puedo dejarlo?” Para quienes sirven a Jesús es más doloroso aún. “¿Por qué no puedo parar de regresar a ver pornografía si he orado para que Dios me haga libre y prometí no volverla a ver?” Cuando los usuarios de pornografía compulsiva se hacen esta pregunta regularmente es porque han tenido una recaída con la conducta.


Esta pregunta si bien puede ser el comienzo de un peregrinar hacia la recuperación, también es dolorosa porque hace que la persona se enfrente a la frustración de no poder parar. Como si hubiese fracasado, aunque por dentro todo su corazón desprecia lo que ha hecho. Debo decir que no he dialogado con un solo usuario de pornografía compulsiva que considere que la pornografía es agradable para si y que desea regresar por lo bien que le ha hecho.

Todos los usuarios que llegan a terapia por uso compulsivo de pornografía concuerdan en que es un problema, y si pudieran darle “rewind” a sus vidas elegirían nunca haber visto pornografía. Entonces, si no regresan a la conducta por lo buena qué es o lo bien que les ha hecho, ¿Por qué lo hacen? ¿Qué hace que no puedan parar? Voy a contestar esa pregunta enumerando tres razones por las que esto ocurre.



Primera razón: Adicción a la conducta y los cambios que ocasiona en el cerebro.


En primer lugar, tenemos que mirar a las bases biológicas de lo que pasa en el cerebro cuando una conducta se vuelve compulsiva o adictiva. La Sociedad Americana de Adicción y Medicina define la adicción como “una enfermedad crónica, tratable, que envuelve una compleja interacción entre los circuitos del cerebro, genética, entorno y las experiencias de vida de la persona. Las personas con una adicción usan substancias o se involucran en conductas que se convierten en compulsivas y las continúan realizando, aunque las consecuencias de sus actos sean peligrosas”.

Como podemos ver en la definición, una conducta también puede convertirse en adictiva. Incluso no es necesario que exista una adicción a la pornografía para que los efectos negativos de la conducta hagan efecto. Sin embargo, el placer que provoca la conducta satura el sistema de recompensa del cerebro con grandes dosis de dopamina, hasta que el uso repetitivo y compulsivo logra cambios en el cerebro tal y como lo haría una sustancia como la cocaína.

De ahí que la conducta sea tan difícil de dejar. El área del cerebro que desea la conducta opaca el área del cerebro que se encarga de tomar buenas decisiones, poner límites y controles, el área prefrontal del cerebro. Otro cambio que ocurre en el cerebro es una alta sensibilidad a los estímulos asociados a la conducta. Si la conducta se realiza a cierta hora del día, cuando no hay nadie en casa, el cerebro almacena esa memoria por lo que crea mayor sensibilidad a la conducta durante los mismos escenarios o circunstancias. Eso hace que las personas tengan mayor dificultad resistiendo o dejando la conducta.



Segunda razón: Se utiliza la conducta como una salida o anestesia al dolor.




La segunda razón que hace difícil que una persona deje de regresar a la pornografía es porque la conducta se aprende a utilizar como escape o salida al dolor. Por ejemplo, un niño que vive maltrato físico en su hogar, descubre la pornografía y el placer que le provoca la conducta sirve como anestesia a su dolor. Con el paso del tiempo la conducta se aprende a utilizar como una fantasía que ayuda a no tocar base con la realidad del dolor.


De igual manera los estresores, traumas en la niñez o adolescencia, la tristeza, crianza de hogares rígidos, abandono, soledad, maltrato físico, emocional o sexual, entre muchos otros traumas o experiencias de vida pueden verse como una realidad dolorosa a la que es mejor evitar. Por eso que muchas personas recurran una y otra vez a la conducta con la esperanza de escapar aunque sea por un momento de sus realidades dolorosas.



Tercera razón: Falta de herramientas y apertura hacia su problema.




En tercer lugar, las personas tienden a regresar a la conducta, aunque la detestan y se han prometido que no lo van a volver a realizar, porque carecen de herramientas apropiadas para enfrentar sus problemas. En primer lugar, no logran tener la apertura para ver su uso de pornografía como un problema real que amerita buscar ayuda. La falta de apertura a reconocer el problema y la resistencia a permitir que otras personas se involucren en su proceso de recuperación cierra la puerta a un proceso de recuperación apropiado. Una de las frases que más escucho en terapia es: “Yo pensaba que lo podía resolver solo, pero no pude solo y por eso estoy aquí”.


Se dice que a la pornografía se entra solo, pero se sale acompañado. Cuánta verdad en esa sola frase. Dios no quiere que seas un llanero solitario. De hecho, él mismo desea acompañarte en tu proceso, pero no debes confundir el pedirle a Dios que te ayude a romper con tu uso de pornografía, con que eso implica que él lo hará sin que te toque a ti trabajar. Dios puede hacerlo, él es todo poderoso, pero desea que aprendas a vivir en comunidad, desea tomar nuestro orgullo y romperlo. La vergüenza alimenta el uso de la pornografía manteniendo la conducta en silencio, hablar y buscar ayuda, alimenta el proceso de recuperación.



Hay esperanza, Dios está contigo en tu quebranto.


En su palabra, el Salmo 34:18 nos recuerda que el Señor está cercano a los que tienen el corazón roto. Pregúntate, ¿Cómo te sientes cada vez que regresas a lo mismo que prometiste no volver a realizar? ¿Vacío, con el corazón roto? Casi siempre la respuesta a esa última pregunta es sí. Un sí desgarrador. Sin embargo, Dios desea que recuerdes que no lo tienes que hacer solo. Él es experto en estar con personas que tienen el corazón roto. Por favor, no continúes el camino luchando con esto solo. Habla, busca ayuda. Hay profesionales expertos en el tema que están disponibles para que junto a Dios ganes la batalla con la pornografía. Vamos, ánimo, yo creo que lo puedes lograr, ya es tiempo, Reverdece.


Referencias

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